domingo, 22 de agosto de 2010

El lugar de los sucesos, de tantos días de batalla..... ( Ordenadito )

Parece todo listo.....
Parte del campo de batalla
Algunos combatientes preparando estrategias...
Comienza a aparecer el armamento.....

¡¡¡¡¡¡ Continuará !!!!!

miércoles, 18 de agosto de 2010

Un poco de agua bendita, después de tantos años, purifica.



Tres días después................o más bien dicho ¡¡¡ 40 años después !!!!

Este correo tiene una larga lista de remitentes.

Por medio de esta carta quiero plasmar mis sentimientos, los mismos que deben haber sentido mis compañeros salesianos de Santiago cuando se juntaron el año pasado.

Ojalá que la promoción 1970, tantos los cursos A y B, podamos juntarnos en la primera semana de Diciembre como lo habíamos planificado a final del año pasado.

Como siempre, hay quienes tienen el don de ser organizadores, lo mismo que ocurrió en Santiago cuando se juntaron en el club de campo de Aeronáutica Civil si no me equivoco; curiosamente en Iquique fue en el mismo club el año 2008. Víctor Giannoni G y Freddy Orchard, se lucieron en esta organización, preocupados de todo y de todos, de los ausentes, de los enfermos, de los que no llegaron, en fin.

Cuando ya vamos pasando para las últimas páginas del diario, nos ponemos nostálgicos, y es lógico que así sea, nos acordamos de nuestros compañeros que ya fallecieron, tanto como cuando aún estábamos en el colegio o los que se fueron después. Nos acordamos de las travesuras, como las del Víctor Milla, el bailarín del baile Gitanos del Carmen y hoy pastor evangélico, ¿quién lo diría?, se confesaba con el padre León Bravo por haber roto un vidrio en la consejería. De Wilhem Hertrampf que aprendía alemán con el padre Florián Zchimañiasky y al que le dibujó una swástica en la pizarra , o de la vez que le puso un gorrión muerto en el cajón de la mesa del profesor; del que pillaron tomándose el vino de misa, de la pelea en la playa de Fernando Bobenrieth, de la vez que les puse un chinche en el banco personal a cada uno (la misma talla que hice en Santiago después); y también acordarnos de las múltiples vivencias, que son infinitas, como cuando nos encantaba llevar y traer sillas del Colegio María Auxiliadora, porque los calientes queríamos ver a las minas, del pelao que reparaba las mesas estudiantiles, de las diferentes situaciones que ocurrieron en clases como la de 1963 cuando a Raúl Balbontín le pegaron un puntazo con algo punzante, de la vez que Domingo Dibonni bailó con la pelota alrededor de un tambor de basura cuando jugó contra el Colegio Inglés, de los desfiles con bicicleta, de los diferentes desfiles escolares, de los que eran de la banda, de los que eran internos como el gordo Véliz y le comían las cosas a los medio-pupilos, de los que éramos medio-pupilo, de los que estaban en el coro, de los monaguillos, de los partidos de fútbol, de los que le agarraron el poto al profesor Eduardo Benítez en el cuarto oscuro de fotografía, del que golpeaba la pichula en el banco de clases, del viejo que vendía pan de huevo en la escuela, del padre Donoso que parecía un pato cuando se le veía por las ventanas, del padre Tardivo que jugaba a la pelota con la sotana remangada, de nuestro compañero Barosso que volvió a su "bella Italia", de nuestro compañero peruano Víctor Picasso, que lo hueveábamos con lo de la Guerra del Pacífico, y de quien tenemos nuestros más mejores recuerdos, de Guillermo Vera que le gustaban cualquier cantidad de minas, de nuestro querido Jaime Salvatierra, que aún con su cojera era un excelente futbolista, de los scouts, de lo enredado para hablar de nuestro actual cocinero Chimang Chang, de los filatelistas, de los buenos para el hueveo, de la vez que Francisco Araya era de los más pequeños y después de la enfermedad creció como 15 centímetros, de los que eran chicos y crecieron como Oscar Lobos, de los que tenían pensamiento ultra, de reencontrarnos de aquel que creíamos muerto por causas históricas de nuestro país, Andrés Colque, de las agarraduras de cachetes de la cara de parte del Director, el padre Octavio Vío Henríquez, del cura Mardones, caliente con las minas; y por supuesto, de cada uno de nuestros profesores, de quienes se puede escribir otro capítulo, en fin, hay tanto para describir, que creo que otros pueden seguir agregando cosas.

La vida, las circunstancias, nos permitió compartir parte de nuestras vidas, y aún hoy nos sigue dando esa oportunidad.

Es por eso que en este correo integro a los de Iquique y a los de Santiago, 109 contactos, para que nos demos cuenta que nuestra niñez y nuestra juventud, no han pasado en vano, seguimos siendo amigos, aunque a algunos no los veamos, pero sabemos que están allí.

Un abrazo a todos y podamos vernos en otra oportunidad.

Juan Klöckner